Entrevista: Singularidad vs. Robots taoístas

junio 24, 2020

Singularidad vs. Robots Daoístas

¿Existe otro camino además de la modernización acelerada de occidente?

Original: https://www.noemamag.com/singularity-vs-daoist-robots/

Trad. Emma Baizabal

 


 

Yuk Hui, quien se debate entre Hong Kong y Berlín, es uno de los pocos filósofos hoy en día inmerso tanto en la filosofía china como en la occidental Su obra principal, que es el punto de partida para esta discusión, “The Question Concerning Technology in China”1, refleja desde una perspectiva histórica china el trabajo de 1954 del filósofo alemán Martin Heiddeger “La pregunta por la técnica”2

 

Hui tuvo un encuentro reciente con Nathan Gardels, Editor en jefe de la Revista Noema, en Los Ángeles, para explorar los caminos de reflexión de distinta filosofías de la tecnología.

 

 

  • Cosmotecnias, oriente y occidente

 

 

Gardels: En tu trabajo enfatizas que diferentes civilizaciones surgieron y se formaron a partir de cosmologías fundacionales. ¿Qué es lo que quieres decir por “cosmotecnias”?

 

Hui: Ya que nuestras creaciones tecnológicas se enfrentan a límites históricos como el cambio climático, la inteligencia artificial y la biología sintética, se vuelve crítico reexaminar la diversidad de cosmotecnias, o cómo la tecnología esta permeada de una comprensión del mundo. Los modernizadores chinos de los últimos 150 años han abrazado entusiastamente el sentido de la tecnología occidental: herramientas para establecer el dominio humano sobre todo lo demás. Sin embargo, para lograr ir más allá de la modernidad occidental y el modo actual de modernización global, tenemos que reflexionar cómo el pensamiento no-europeo, y sus consecuentes modos de ser, pueden afectar el desarrollo tecnológico.

 

Esta tarea demanda una nueva interpretación de la historia, tanto de oriente como de occidente, pensada desde la perspectiva del actual desarrollo tecnológico. Yo he intentado comprender las cosmotecnias chinas a partir de la dinámica entre dos grandes conceptos del pensamiento chino tradicional: “Dao” o la fuerza vital que rodea todas las cosas (comúnmente entendida como el camino) y “Qi”, que significa herramienta o utensilio. Juntos, Dao y Qi, el alma y la máquina, por decirlo de algún modo, constituyen una unidad inseparable.

 

A través de la historia china, la comprensión de la unidad entre Dao y Qi constituye la moralidad y forma de vida propia de cada época. Esta unidad ha motivado y constreñido el desarrollo tecnológico en China, a diferencia de occidente donde la tecnología ha sido guiada por una razón instrumental mediante la cual las herramientas son diseñadas como medios para superar, más que para armonizar, a la naturaleza.

 

Una manifestación clara de esto puede verse hoy por hoy en la diferencia entre la medicina tradicional china y la medicina occidental moderna. Ésta última cura a partir de la aplicación mecánica de la ciencia sobre el cuerpo. La medicina tradicional china lo hace a partir de promover la armonía en el cuerpo. Usa el mismo vocabulario que la cosmología tradicional china, el Yin y Yan como opuestos complementarios, por ejemplo, o los cinco elementos: madera, fuego, tierra, metal y agua, a través de los cuales fluye la energía de sanación, conocida como “ch’i” (o qi, que significa energía, pero le damos otra ortografía para poder distinguirla de la otra que significa herramienta).

 

Gardels: Cuando escuchamos la palabra moralidad, asumimos que implica justicia así como un código correcto sobre cómo comportarnos. ¿Podrías darme algunos ejemplos concretos de lo que entiendes por la moralidad que resulta de la unidad de Dao y Qi?

 

Hui: Lo que los antiguos chinos llamaron moralidad no era la obligación de seguir reglas de comportamiento. Para ellos, la moralidad, o en chino “de” (virtud) en armonía con Dao, significa la afirmación y apreciación de la bondad del cielo y la tierra.

 

Esto es evidente en el “Libro de los Cambios”, donde cielo y tierra, o “Qian” y “Kun”, significan condición y modelos de una gran personalidad. Un modo de interpretar el principio de tal libro es: “Los Cielos están en cambio constante, los iluminados se esfuerzan constantemente. Mientras la tierra es soporte natural, sólo los virtuosos pueden soportar los extremos.”

 

Para los confucianos, ser sabio es reconocer el mandato de los cielos, porque a pesar de sus constantes cambios, el sabio iluminado puede interpretar sus connotaciones morales y así reconocer su manda. Los daoístas reconocen la antinomia creadora como Dao y De, que para ellos aparece como inocencia, como la situación de un recién nacido que tiene una especie de apertura todavía no contaminada.

 

Dao no es ni la nada ni el ser sino más bien el principio mediante el cual la continuidad antagónica puede mantenerse. Se trata de un movimiento recursivo que mantiene la continuidad entre una estructura de pares opuestos: en cosmología, la continuación entre “wu” (nada) y “you” (ser/tener); en metafísica3, entre “ti” (cuerpo) y “yong” (uso); en filosofía de la vida, aquella entre “tian” (cielo) y “ren” (humano); y en la vida política y social, así como en las cosmotecnias, entre “dao” y “qi”.

 

Como los chinos, los griegos antiguos también reconocieron la existencia de estas oposiciones. La diferencia fundamental, sin embargo, que aún resuena muchos siglos después es que los griegos se centraron en la discontinuidad o contradicción en lugar de la continuidad y armonía de estas fuerzas.

 

 

  • El flujo relacional del devenir

 

 

Gardels: Así que, ¿en el Daoísmo y Confucianismo, tal como en el Shintoísmo japonés, existe un sentido relacional entre los humanos y el cosmos, o un orden natural, no humanos separados de la naturaleza o de ellos mismos, sino una unidad fundamental en todas las cosas?

 

Hui: Sí. A riesgo de sobresimplificar, uno podría decir que el pensamiento chino es fundamentalmente relacional, mientras que el pensamiento occidental, empezando por los griegos, es fundamentalmente sobre los seres entendidos como sustancias.

 

En la filosofía occidental hay una tensión entre lo esencial y lo accidental, algo que Aristóteles anunciaba en sus “Categorías”. Para él, si el ser es relativo (que es otro de sus accidentes) y además depende de otros seres, entonces se nos presentan problemas al intentar definir su esencia o sustancia.

 

Tomando en cuenta está incompatibilidad, podríamos decir que el pensamiento oriental está enraizado a la relacionabilidad más que a la búsqueda de absolutos o de esencias. De hecho, en De gramatología, Jacques Derrida compara el fonograma occidental con el pictograma chino, y concluye que el primero esta correlacionado con la sustancia mientras el segundo es relacional.

 

El bioquímico y sinólogo británico, Joseph Needham, en su obra sobre China y la tecnología, transcribió está sensibilidad relacional (ganying) como resonancia. Dicha resonancia entre el sujeto y el cosmos es la base de la moralidad. Si uno no sigue esta resonancia, él o ella se encuentra actuando contra la naturaleza. Aquí la naturaleza no significa el ambiente fuera de mí sino el modo en que las cosas son, el orden natural. Es el Dao y el Qi en conjunto y no cada uno por su lado.

 

Algunos filósofos, notablemente el pensador francés Francois Jullien, han argumentado que no hay ontología o metafísica de la naturaleza del ser en el pensamiento chino. Por lo tanto, la pregunta por el ser nunca ha sido prioritaria de la forma como ha sido para occidente.

 

Claramente, cualquier generalización en este sentido puede encontrar sus excepciones. Lo que podemos decir aquí es que en la filosofía china no hay una búsqueda por el ser o la forma eterna, tal como podemos encontrarla, por ejemplo, en el eidos platónico, entendido como la realidad permanente que hace a las cosas ser lo que son; o incluso en la noción aristotélica, más empírica, de morphé. Se trata más bien del flujo relacional del devenir, no una prisión que defina cierta forma o ser esencial.

 

En occidente, podemos pensar el absoluto como un tipo de finalidad o una realidad ulterior. En ese sentido, podemos pensar que nuestro conocimiento progresa hacia tal fin, hacia el casi-divino espíritu absoluto hegeliano. Pero es muy difícil encontrar tal absoluto en el pensamiento chino. Los daoístas creen que no tiene sentido siquiera preguntarse por lo más grande, lo más chico, el absoluto o el final, porque siempre hay una manera de ir más lejos: el Dao, el camino, la creación constante y recreación de algo cada vez más grande o más pequeño de lo que conocemos.

 

El pensamiento chino es menos teleológico4 que el pensamiento occidental; en el sentido en que siempre está sujeto al cambio del cielo y la tierra. Nunca es algo que puede ser realizado como tal. El fin está en el nóumeno de la regeneración constante del cosmos, no en un fenómeno definido del mundo al que podamos acceder por los sentidos.

 

 

  • El fin de la Ilustración

 

 

Gardels: Heidegger habla de la cibernética5 como el fin de la metafísica occidental porque, a través de bucles de retroalimentación en un sistema, el organismo y la máquina, lo objetivo y lo subjetivo, se integran. Henry Kissinger argumentó más recientemente que con el advenimiento de la IA se revela el “fin de la Ilustración”, de la filosofía centrada en el humano, ya que ahora las máquinas pueden adaptarse a su ambiente, como los humanos, incorporando, a través del aprendizaje que brinda la experiencia, eventos inesperados.

 

El autor argumenta que en lugar de la filosofía de la Ilustración que dio origen a la dominación tecnológica de occidente, la IA motiva la búsqueda de una nueva filosofía.

 

¿En dónde estarías de acuerdo o en desacuerdo con estas conclusiones?

 

Hui: Ya que Heidegger leyó el trabajo de[l filósofo y matemático estadounidense] Norbert Wiener, así como a otros cibernéticos, comprendió las profundas implicaciones de la unidad entre la mente orgánica y el pensamiento maquínico a través de bucles de retroalimentación regenerativa. En este sentido, un pensador aparentemente occidental puede parecer próximo a las cosmotecnias chinas. Cuando Heidegger habla del final de la metafísica, se refiere al final de la metafísica occidental tal como ha pasado de Platón a Aristóteles, hacia el cristianismo y hasta Hegel.

 

En su famosa entrevista con “Der Spiegel” de 1966 titulada “Sólo un Dios puede salvarnos”, se pregunta qué viene después de la filosofía. Su respuesta: la cibernética. En alemán, la palabra “fin” también puede ser traducida como “cumplimiento” “acabamiento” o “completud”. Así que para Heidegger la tecnología moderna de la cibernética es el acabamiento de la metafísica occidental.

 

La proeza tecnológica, manifestada en la cibernética y finalmente en la IA que, a través de bucles de retroalimentación y algoritmos de aprendizaje, puede adaptarse al ambiente como los organismos, emergió de esta metafísica y la sobrepaso al subsumir el organismo y la máquina en una unidad.

 

El filósofo francés Henri Bergson opuso al mecanicismo su noción de “elán vital” o impulso vital. La cibernética de Wiener anunciaba que esta oposición era falsa ya que las máquinas cibernéticas podían superarla. Para ponerlo de otro modo, donde la filosofía moderna optó por defender de una noción orgánica, vitalista, del pensamiento humano frente a las máquinas, la reivindicación de los cibernéticos fue la de superar tal dicotomía.

 

¿Por qué la cibernética marcó tal diferencia y no, por ejemplo, las máquinas automáticas de las que hablaba Karl Marx? Para Heidegger, la cibernética era una forma orgánica u organísmica más avanzada del entendimiento del ser, una forma que representaba lo tecnológico y el triunfo mecánico de la modernidad sobre la naturaleza. En este sentido, la técnica moderna es el acabamiento de la historia de la metafísica.

 

La recursividad de la cibernética, así como los bucles de aprendizaje de la IA representan, de hecho, esta trascendencia de la metafísica. La recursividad no es la mera repetición mecánica de las máquinas automáticas que Marx observó en las fábricas de Manchester. Está caracterizada por un movimiento cíclico de repetición hacia sí mismo con el fin de determinarse, que se encuentra siempre abierto a la contingencia, aquella que determina su carácter único.

 

Esta idea de recursividad corresponde a lo que hemos entendido como el alma. El alma es la capacidad de volver sobre uno mismo con el fin de conocerse y auto-determinarse. Cada momento parte de sí mismo hacia un nuevo encuentro, se actualiza en sus propios trazos, que llamamos memoria. Nueva información, la contingencia, desencadena el proceso de individuación. Como dice el antropólogo Gregory Bateson: información es “la diferencia que hace una diferencia”. Es por esto que hablaba de “una ecología de la mente”. La singularidad de cada ser está constituida de este juego de recursividad y contingencia.

 

Gardels: Hablando de contingencia, no puedo evitar mencionar aquí nuestra actual experiencia respecto de la pandemia global por el coronavirus. Ha puesto no sólo individuos sino sociedades enteras en una trayectoria diferente, ha puesto en marcha todo un nuevo conjunto de bucles recursivos, desde los hábitos cotidianos hasta el modo en que concebimos a los microbios.

 

Hui: Ciertamente, esto es verdad. Pero para volver a Kissinger, al margen de comprender sus declaraciones desde una perspectiva geopolítica, podemos mirarla también desde una perspectiva de la historia de la tecnología y el pensamiento. La Ilustración es la época del mecanismo, potencializada por el optimismo en el progreso de los enciclopedistas, que es reafirmado por la creencia en la posibilidad de una mejora infinita en los instrumentos mecánicos. No estamos más en la época de las máquinas mecánicas descritas por los enciclopeditas de la Ilustración, ni la de las máquinas termodinámicas descritas por Marx; nos encontramos en una época de la nueva máquina. Donde el mecanismo presupone una causalidad lineal, con el “devenir organismo” de la cibernética y la inteligencia artificial, el final de cada comienzo es también el inicio de otro comienzo.

 

Gardels: Conforme la metafísica occidental se trasciende a sí misma, parece crecer distintivamente daoísta. Esto sugiere que el nuevo comienzo que Heidegger buscaba apareció ya en oriente, donde no quiso mirar, plantando su proyecto en la tradición temprana del pensamiento europeo.

 

Junto a esta búsqueda pre-socrática, sin embargo, la investigación heideggeriana sobre la verdad continuó desde los años treintas hasta los sesentas. “Todo lo esencial y de mayor grandeza”, le dijo a su entrevistador del “Der Spiegel” “ha surgido del hecho que el hombre tiene un hogar y está enraizado en una tradición”.

 

Todo esto sugiere que la verdad de los entes como tales y de los entes en su totalidad sólo puede ser constituida, haciendo eco de[l filósofo alemán] Johann Gottfried Herder, en el contexto de “heitmat” (patria) y “volksgeist” (espíritu del pueblo). Esto corresponde con tu idea de una diversidad de cosmotecnias y de la cosmología daoísta desde la que emana.

 

Hui: Sí. Esta es la razón por la cual quise asociar el proyecto heideggeriano con lo que llamo cosmotecnias, especialmente en cuanto él quiere rearticular el significado de la tecné griega como develamiento del ser, que los griegos llamaron “Aletheia”. El pensamiento enraizado en la virtud terrenal del lugar es el motor de las cosmotecnias. De cualquier manera, para mí, este discurso de la localidad no significa un rechazo al cambio y al progreso, o cualquier tipo de arraigo o regreso al tradicionalismo; se trata de una reapropiación de la tecnología desde la perspectiva de lo local y una nueva comprensión de la historia.

 

 

  • Un nuevo tiempo axial

 

 

Gardels: ¿Todo esto sugiere que estamos entrando a un nuevo “tiempo axial” como llamó el filósofo germano-suizo Karl Jaspers a ese periodo hace 2000 años cuando todas las grandes religiones y sistemas éticos, el confucianismo en China, los Upanishads y el budismo en India, la Grecia de Homero y los profetas hebreos, emergieron simultáneamente in un mundo desincronizado y principalmente desconectado?

 

Históricamente, la convergencia produce una nueva divergencia. Como hemos discutido, la búsqueda por un nuevo comienzo, después del triunfo de la modernidad, está en camino. La conquista global de occidente y su filosofía han alcanzado su límite y se están fragmentando. La dialéctica está cambiando. La moderna Torre de Babel está lista para derrumbarse.

 

Si nos encontramos en una “nueva condición para filosofar”, ¿qué es lo que viene?

 

Hui: Estamos en el comienzo de lo que has llamado un “nuevo tiempo axial” resultado de la universalización y convergencia. La pregunta ahora no es “qué pasará” sino “qué puede pasar”. Para filosofar necesitas empezar con lo imposible antes que con lo posible.

 

Para explorar esto un poco más, necesitamos regresar a las diferencias fundamentales entre occidente y las cosmotecnias chinas, que han sido olvidadas y asimiladas en una mono-tecnología universal por el proceso de modernización. La consideración de las cosmotecnias chinas en occidente escasamente ha ido más allá de la simple comparación entre avances particulares de ciertas tecnologías en determinados puntos de la historia.

 

Yo estoy en contra de la realización de un sistema global como el representado por transhumanistas como Ray Kurzweil y Peter Thiel. Más que converger teleológicamente hacia la singularidad6 occidental por excelencia, necesitamos visualizar posibilidades alternativas, bifurcaciones y fragmentaciones. El nuevo comienzo debe contener una multiplicidad de puntos de partida abiertos gracias a la fragmentación.

 

Gardels: ¿Así que en lugar de una competencia acelerada por lograr la universalización de la singularidad, ves que la única posibilidad para un nuevo comienzo es la resistencia? Pero, ¿cómo sería una cosmotecnia china? Por ahora, sus principales manifestaciones parecen ser los bebés hechos con CRISPR y la vigilancia estatal.

 

Hui: La razón por la que he articulado las cosmotecnias como la unificación del orden moral y cósmico es porque no se trata sólo de una actividad técnica en el sentido de la conquista de la naturaleza. La tecnología mora una realidad que es mucho más larga que eso. La ignorancia de esta realidad es la que nos lleva a la dominación total de la tecnología, y por lo mismo a la dominación de una particular forma de vida y de un solo modo de pensamiento. No se trata solamente de si China puede desarrollar un mejor algoritmo para su sistema de crédito social o una mejor tecnología 5G, ambas contribuyen a la cultura mono-tecnológica del presente. La pregunta más fundamental es cómo una tecnología enraizada en el pensamiento chino puede desarrollar un nuevo marco de referencia para lo que ha sido entendido en occidente como “progreso” científico.

 

Algunos han pensado que lo que digo refiere a robots daoístas o IA orgánica… eso suena muy exótico. Pero por otro lado, podemos entender estas ocurrencias como invitaciones a reflexionar sobre cómo el pensamiento no europeo puede intervenir en la aceleración tecnológica que tenemos hoy en día y cambiar su curso. ¿Repensar y rearticular el concepto de tecnología nos permitirá encaminar una nueva dirección? Esto no significa crear tecnologías más avanzadas sino descubrir e inventar nuevas epistemologías y epistemes como respuesta a la crisis del Antropoceno y el cambio climático.

 

Gardels: ¿Quisieras agregar algún comentario?

 

Hui: Quisiera concluir volviendo a la Ilustración. Como bien ha demostrado, la filosofía es fundamental para las revoluciones, ya que significa transformar los principios básicos de la política, la sociedad, la moralidad, la educación, la religión, las relaciones internacionales y el derecho.

 

Tal noción de filosofía tiene que volver sobre la posibilidad de una nueva historia mundial. Quizás deberíamos aspirar a una meta completamente opuesta a la filosofía de la Ilustración: fragmentar el mundo de acuerdo a la diferencia en lugar de universalizar por un absoluto. Una nueva historia mundial tiene que emerger de la crisis de la modernidad.

 


 

  1. Yuk Hui, The Question Concerning Technology in China. An Essay in Cosmotechnics, Urbanomik, UK, 2016.
  2. Martin Heidegger, “La pregunta por la técnica”, en Francisco Soler y Jorge Acevedo (Eds.), Filosofía, ciencia y técnica. Martin Heidegger, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2007.
  3. Metafísica es una rama de la filosofía que usa conceptos abstractos, como ser, conocimiento, espacio y tiempo, para ayudar a definir la realidad. (Nota del original)
  4. La teleología es la explicación de un fenómeno en términos de su propósito, objetivo o punto final. (Nota del original)
  5. La cibernética es el estudio de los sistemas de control automático como el sistema nervioso y el cerebro, así como sistemas de comunicación mecánico-eléctrico. (Nota del original)
  6. La singularidad es el punto en que las máquinas artificialmente inteligentes y/o inteligencias biológicas cognitivamente mejoradas sobrepasan la inteligencia humana. (Nota del original)

 

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