Artículo: ¿Cómo se ha dicho la potencia de lo tecnológico en una singularidad aún llamada mexicana? – José Francisco Barrón Tovar

octubre 12, 2020

¿Cómo se ha dicho la potencia de lo tecnológico en una singularidad aún llamada mexicana?

José Francisco Barrón Tovar

 

“—¡Maldita máquina!—exclama el obrero sudando de fatiga y de congoja.

 

—¡Maldita máquina, que me haces sufrir tus rápidos movimientos como si yo fuese, también, de acero, y me diera fuerza un motor! Yo te detesto, armatoste vil, porque haciendo tú el trabajo de diez, veinte o treinta obreros, me quitas el pan de la boca y condenas a sufrir hambre a mi mujer y a mis hijos. […]

 

—¡Calla, miserable! ¡No te quejes, cobarde! Yo soy una simple máquina que se mueve a impulsos de un motor, pero tú tienes sesos y no te rebelas, ¡desgraciado! ¡Basta ya de lamentaciones, infeliz! No soy yo quien te hace desgraciado, sino tu cobardía. Hazme tuya, apodérate de mí, arráncame de las garras de vampiro que te chupa la sangre, y trabaja para ti y para los tuyos, ¡idiota! Las máquinas somos buenas, ahorramos esfuerzo al hombre, pero los trabajadores sois tan estúpidos que nos dejáis en las manos de vuestros verdugos, cuando vosotros nos habéis fabricado. ¿Puede apetecerse mayor imbecilidad? ¡Calla, calla mejor! Si no tienes valor para romper tus cadenas, ¡no te quejes! Vamos, ya es hora de salir, ¡lárgate y piensa!

 

Las palabras saludables de la máquina, y el aire fresco de la calle, hicieron pensar al obrero.”

 

Ricardo Flores Magón. Regeneración, 4ta. época, núm. 226, 12 de febrero de 1916; p. 1.

 

Para iniciar a pensar lo tecnológico desde una supuesta singularidad mexicana ciertamente una opción es estudiar los discursos que lo han dicho y lo dicen aún. Esto aquí escrito abundaría una genealogía sobre cómo se ha pensado y planteado el problema de lo tecnológico en el ejercicio filosófico mexicano.1 Genealogía atenta tanto a los recursos discursivos y conceptuales como a los tipos de textos en los que se ha ejercido el pensamiento filosófico mexicano sobre lo tecnológico. La pretensión es descombrar la cuestión de la potencia de lo tecnológico pensado desde la singularidad aún llamada mexicana de los discursos que se han usado para decirla y caracterizarla.

 

Ciertamente los textos mexicanos que se han atrevido a encarar las potencias de lo tecnológico son pocos. Esta genealogía podría iniciarse con un texto del periódico Regeneración. Ese momento, ese cuento militante, ensombrecido en sus potencialidades conceptuales, permite adelantar en la genealogía de la singularidad mexicana del ejercicio del pensamiento filosófico sobre lo tecnológico.  El epígrafe de este texto es de 1916. Acontecía lo que en México se nombra guerra de Revolución. La escena de enfrentamiento entre una máquina y un obrero es descrito por el militante filósofo Ricardo Flores Magón. El enfrentamiento acontece en el paso del taller artesanal —tal como Jenofonte nos lo retrata en su Económico— y, hacia lo que Marx llamará después, el taller automático o industrial —paso tecnológico que permitirá su concepto de subsunción real. El texto utiliza una figura retórica para articular el relato: una prosopopeya donde una máquina discute de política con un obrero. Hasta aquí parecería que no se ha configurado aún la fantasmagoría del robot. La máquina, de la que Flores Magón no nos da una descripción, funciona de manera indiferente a lo que sienta o viva el obrero. Solamente se trata de un armatoste al que está pegado el obrero. Máquina que eficientiza el trabajo; ahorra, reduce esfuerzo. Es un armatoste potente que funciona sin detenerse y sin que le importe la situación vital ni la seguridad del obrero —puede cortarle una mano o un dedo. Lo sorprendente es que le responde al obrero. En esa respuesta se constituye como compañera de un mismo destino político con el obrero. La máquina, por una parte, interpela políticamente al obrero, articula “palabras saludables”; por otra parte, funciona potentemente y de manera indiferente a lo humano.

 

Si es cierto que el discurso conceptual que usa aquí Flores Magón para elaborar lo tecnológico es tomado de Piotr Kropotkin, su puesta en funcionamiento poético en el acontecimiento de una guerra revolucionaria permite una reformulación que escapa a las propuestas conceptuales de acercamiento a lo tecnológico de los proyectos políticos revolucionarios en México y América Latina. Siempre el mismo acercamiento en esos proyectos —fruto de una inadecuada evaluación de lo tecnológico, de la articulación de lo tecnológico y lo político—: emancipar del capital la tecnología para convertirla en medio de producción en y para la liberación, en instrumento de la libertad. Configurada por el pensador político, esa escena de articulación máquina-obrero, tan llena de porvenires para pensar lo tecnológico, escena de desarticulación entre el funcionamiento de la máquina y la palabra de interpelación política, no se volverá a retomar en el ejercicio del pensamiento filosófico en México —ni siquiera el día de hoy. Quedará obnubilada la descripción de lo tecnológico que postula en pos de su confusión y uso para pensar la lucha política y la potencia de lo político.

 

Citada aquí, en este texto, permite inaugurar el estudio genealógico de la manera en que el pensamiento filosófico mexicano se ha enfrentado a lo tecnológico. De hecho se podría adelantar una lista de las características de ese ejercicio mexicano del pensamiento filosófico sobre lo tecnológico que iría desde ese cuento de 1916 de Flores Magón hasta el libelo académico de tono ontológico de Eduardo Nicol de 1978 llamado La primera teoría de la praxis. Sesenta años de intentos de pensar lo tecnológico. Enunciadas de manera rápida las características del discurso filosófico mexicano serían:

 

  • Los escritos en los que elaboran los discursos mexicanos sobre lo tecnológico son textos menores (periodísticos o libelos, conferencias) en relación con los géneros que se aceptan como característicos del ejercicio filosófico (ensayos, tratados, etcétera). Son textos donde los pensadores ensayan un acercamiento discursivo y en los que no postulan una propuesta conceptual al problema.
  • Es así que lo tecnológico se aborda en esos discursos de manera circunstancial. Como si la cuestión tecnológica fuera la expresión de otros problemas más relevantes. Así se confunde conceptualmente la cuestión de lo tecnológico con otros problemas conceptuales, políticos, antropológicos o morales. Como si no pudieran elaborar un discurso ni un ejercicio conceptual específico para lo tecnológico.
  • Esos discursos se encuentran tendencialmente en una perspectiva conceptual que comienza en el siglo XVIII, sobre todo en pensadores alemanes posrománticos, en la que se concibe lo tecnológico en relación con lo que llaman la “era” o “época de las máquinas”. Podría incluso encontrarse atrás de esos textos como matriz discursiva las Cartas sobre la educación estética del hombre. En relación con esta perspectiva se piensa lo tecnológico por los mexicanos usando la caracterización de maquinismo, automatismo o mecanización de procesos y relaciones de producción industriales.
  • En esta apuesta discursiva se concibe lo tecnológico en términos de grandes máquinas que organizan y modifican lo material y el medioambiente. De allí que en los textos no se conciba que lo tecnológico modifique o configure la experiencia humana o que tenga efectos político-culturales. Las relaciones políticas o sociales no serían modificadas por la “máquina”, tampoco los procesos de subjetivación. Incluso en autores que usan la idea de “alienación” o “enajenación”, estos efectos son ajenos a lo tecnológico y dependen de procesos económicos o socio-políticos. Esto porque se tiende a concebir lo tecnológico en relación con la distinción técnica/naturaleza y la distinción técnica/cultura. Y esta forma de concebirlo se produce por una asunción tácita del proyecto de la Ilustración.
  • Casi siempre en esta apuesta discursiva lo tecnológico se problematiza en relación con el problema del instrumento. Así el problema siempre es que lo tecnológico pierda su carácter de herramienta para lo político, o lo moral, y de lo humano. Las potencias de lo tecnológico necesitan un agente externo que les dé sentido (intencionalidad y finalidad). Esto porque en estos discursos lo tecnológico se confundiría ontológicamente con un hacer humano relacionado con otros haceres humanos, como el arte y la religión. En algunos autores se llega hasta a confundir lo tecnológico con lo antropológico.
  • En este ejercicio mexicano del discurso filosófico se asume que existe una sola forma de lo tecnológico, que sería la producida por el occidente moderno allegada a lo científico. Se identifica a las potencias de lo tecnológico con las máquinas modernas que vienen de Europa o Estados Unidos y que encarnarían un aumento de poder inaudito. De allí que mucha de la problemática en estos textos sea el problema del control político o moral de lo tecnológico.

Las anteriores características de los discursos mexicanos que han tratado de encarar las potencias de lo tecnológico se podrían enunciar de otra manera y sucintamente así: en los más de sesenta años aquí resumidos el ejercicio mexicano del pensamiento filosófico no pudo forjar un discurso conceptual que pueda elaborar lo tecnológico. Un punto de quiebre en esta genealogía, una alteración en la hechura conceptual de los discursos mexicanos, aparecerá en 1979 con la conferencia, más interesada en la epistemología de los objetos técnicos, de Hugo Padilla llamada “Los objetos tecnológicos. Su base gnoseológica”.  Pues si bien la caracterización que habría privado tendencialmente en esos sesenta años era el maquinismo industrial, desde los años sesenta con textos como los de José Gaos o “Aguja de fonógrafo, aguja muerta” de Emilio Uranga, comienza a aparecer la cuestión de la cibernética, la tecnología digital y la reproducción tecnológica. Así, desde los años ochenta del siglo XX hasta el día de hoy los pensadores mexicanos trabajan por pensar lo tecnológico, en las formas que sea posible en estas circunstancias.

 

 

Bibliografía

Flores Magón, Ricardo. “El obrero y la máquina”, 1916. http://archivomagon.net/periodicos/regeneracion-1900-1918/4ta-epoca/e4n226/.

 

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———. “Mecánica y humanidad”, en Filosofía de la filosofía e historia de la filosofía. UNAM, 1987.

 

Jenofonte. Recuerdos de Sócrates · Económico · Banquete · Apología de Sócrates. RBA Libros, 2016.

 

Kropotkin, Piotr. La conquista del pan. Penguin Random House Grupo Editorial España, 2017.

 

Lombardo Toledano, Vicente. (1990). Obras completas: Vol. VI. Gobierno del Estado de Puebla.

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Nicol, Eduardo. La primera teoría de la praxis. Universidad Nacional Autónoma de México, 1978.

 

Padilla, Hugo. “Los objetos tecnológicos. Su base gnoseológica”, en Varios Autores, La filosofía y la ciencia en nuestros días, México, D. F.: Grijalbo, 157-170, 1979.

 

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Schiller, Friedrich. Cartas sobre la educación estética del hombre. Anthropos Editorial, 1990.

 

Uranga, Emilio, “Aguja de fonógrafo, aguja muerta”, en Revista de la universidad de México, No. 5 Enero (1959). https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/c738b966-aee1-4191-91f8-3a1cf9f66c7c/aguja-de-fonografo-aguja-muerta

 

Zea, Leopoldo. (1959). “Los satélites y nuestra moral”. En La cultura y el hombre de nuestros días. UNAM. 110-135. http://ru.ffyl.unam.mx/bitstream/10391/4168/1/43_L_Zea_La%20cultura_hombre_nuestros_dias_1959.pdf

 

Endnotes

  1. Este texto continua una línea de investigación del Seminario de Tecnologías Filosóficas (#SeminarioTF) de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (http://stf.filos.unam.mx/). Se trata de una genealogía mexicana del ejercicio del pensamiento filosófico sobre la tecnología. Un primer texto de esta genealogía se puede revisar en: Tovar, José Francisco Barrón, y Diego Fernando López López. “Problematizar la tecnología en México: Ramos, Lombardo y Zea”. Theoría. Revista del Colegio de Filosofía, núm. 38 (el 12 de agosto de 2020): 7–22. https://doi.org/10.22201/ffyl.16656415p.2020.38.1323.

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